ANNABELLE 2: LA CREACIÓN (ANNABELLE CREATION), es la prequela que da "comienzo" al universo cinematográfico del Conjuro/Annabelle, misma que reusa todo lo visto anteriormente en este tipo de películas pero que aún así es entretenida.
Esta vez tenemos a unas cuántas huérfanas que son reubicadas a una casa donde existe una presencia maligna que pronto comienza a hacer de las suyas. La película sigue las reglas de todas las películas de presencias demoníacas y de espíritus, teniendo la misma estructura de todas ellas, un comienzo lento que crea el "misterio", la parte donde comienza la interacción con la presencia, y el momento donde todos corren por sus vidas; la diferencia entre todas estas películas se encuentra en si da miedo o no, y afortunadamente aquí hay momentos que lo logran.
La casa es oscura y tétrica, lo que, acompañado de un excelente diseño de sonido, crea un ambiente prolífico para sustos, el cual es aprovechado con buenos efectos especiales que hacen reales los temores de varios. El problema es que la mayoría de las escenas se sienten como un refrito de otras películas causando que dichas partes sean predecibles o no tengan mucho impacto.
La actuación de las niñas consta de 3 niveles:
1. Nivel olvido: dos niñas que nada más "están en la película", no sabemos para que ni por qué.
2. Nivel cliché: dos niñas un poco más grandes que el resto, que son implícitamente de moral distraída y las líderes del bullying.
3. Nivel estrella: las dos niñas restantes son las que llevan la película, en especial la pequeña Lulu Wilson (Linda), cuyas expresiones son para enmarcar, y cuya ternura le da un toque especial a su actuación.
En cuanto a la actuación del resto de los personajes secundarios, no hay nada interesante que decir, así como tampoco lo hay de sus actuaciones.
Al final es una película divertida con algunos buenos espantos pero nada original y predecible, por lo que se lleva 3★ de 5★ (PALOMERA), aún así es una película mejor que la anterior Annabelle, y recomendada para aquéllos con ganas de ir a asustarse al cine.
Por: José Luis Santos
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